Para otros educadores, el alumno nada mas es que un producto, pero un producto artesanal y no industrializado. Esto es reforzado con un ejemplo que enseña que la escuela recibe los alumnos y los trata como personas homogéneas, por supuesto de manera behavorista, se olvidando de las vivencias, culturas y costumbres, llegando hasta mismo a la una exclusión. El está mas cerca de un producto artesanal, porque cada uno tiene su individualidad que necesita ser trabajada.

Ese producto artesanal necesita pasar por un proceso, pero ese proceso será lo mismo para los demás, visto que cada uno tiene sus características, ansiedades, dificultades. Pero, al fin de todo el proceso, todos saldrón aptos a realizar lo que fue aguardado por suyos responsables (clientes). Eso no implica un control mental por qué hará con que los alumnos sientan solo un ladrillo en el muro, como la música The wall de Pink Floyd, pues implica un ciudadano critico y humanizado, producto de hoy y cliente de mañana

.Cuando una escuela, de manera errónea tiene el alumno como su cliente principal, ameritará a un viejo dictado de la administración que dice lo siguiente: “el cliente tiene siempre razón” lo que implica una pierda de identidad de la escuela, haciendo con que deje de cumplir una de las funciones que es la formación de un ciudadano, por supuesto ella priorizará alumnos que tengan una mejor proyección social.

Por mala suerte, la idea del alumno ser cliente tiene deturpado toda la educación, porque si analizarnos el concepto de cliente, podremos tener muchas clasificaciones, que ocasiona en atendimientos personalizados de acuerdo con su status que representa. Un cliente es lo cierne de una empresa, visto que sin él la empresa dejaría de existir.

Ese raciocinio lleva a consideración de que sin alumno no habría escuela, quizá universidad, pero en este caso, el alumno no es tenido como cliente, una vez que el es también responsable por el proceso de enseñanza-aprendizaje y forma parte del binomio maestro x alumno.

Hagamos un análisis, un producto es concebido para satisfacer las necesidades de un cliente presentando características definidas que lo califican, conferiendo propiedades a ellos. Entonces podríamos decir que el alumno es un producto a ser procesado teniendo como cliente los responsables por ese alumno.

¿El alumno es un cliente o un producto que al final de un proceso será entregado para la sociedad? Este tema foca las grandes divergencias de profesionales de la educación. Cabe acá apenas algunos levantamientos para que pudamos repensar sobre en que están basadas nuestras ideas de planificación. La Idea propuesta no está en agotar por medio de un discurso evasivo un tema de tal relevancia para la discusión y tampoco, llegar a una conclusión en relación al alumno ser cliente o un producto a ser trabajado.